Llevo cuatro horas seguidas en el trabajo y ya tengo ganas
de verte. Llevo casi la mitad de mi horario de trabajo concluido y ya tengo
ganas de abrazarte. Tengo tantas ganas de acercarte a mi pecho y sentir tu
agradable y extraño olor, del cual ya estoy acostumbrado. A veces me haces
enojar por tus inofensivas, pero adorables travesuras gatunas. Te repito una y
otra vez que el sofá es solo para el uso de mis invitados del fin de semana, no
para que puedas dormir tranquilamente mientras yo no estoy en casa. Me molesta
ver tus pelos ensortijados en cada almohadilla del sofá. Yo entiendo que lo veas
muy cómodo, pero para eso tienes tu cama personal, del cual te lo compre cuando
cumpliste un añito. Me molesta ver como marcas tu territorio delante de mí. Te
cagabas en los rinconcitos delante de mis propios ojos. No me tienes respeto.
Me molestaba muchísimo cuando trepabas las cortinas, tuve que entenderte, eras
muy pequeño, ni un año habías cumplido. Siempre quise saber cómo eran tus dotes
en la cacería, no dude en hacerlo. Un día traje a mi casa a un pequeño
compañero para que puedas jugar, ese compañerito iba a encargarse de que fuera
devorado o quizás maltratado por ti, es por eso que al momento de pedir una
rata en la tienda de mascotas, pedí que fuera el más inteligente. Tenía razón,
no tardaste en menos de un par de horas de encargarte del dichoso animal. Ese
es mi gato caracho, dije. Me gusta cuando mueves tu cola de un lado a otro, no sé
qué miércoles significa eso, pero te hace ver más adorable. Que te puedo decir
mientras duermes, a veces no me gustaría despertarte y me gustaría verte dormir
horas tras horas. Luego te despierto bruscamente como tú lo haces conmigo. Tú
eres mi mejor despertador, tu ronroneo es mi mejor amanecida. Te tengo mucha
envidia, tú siempre duermes mientras yo trabajo, tú siempre descansas mientras
yo preparo el desayuno o la cena. Intentaste ser humano en dos ocasiones. Un día
te subiste a la mesa e intentaste comer de mi desayuno, intentaste comer de mi
plato. Una noche te encontré encima de mi inodoro tratando de hacer cosas que
ya no quiero acordarme, intentaste marcar tu territorio en mi propio baño. Esas
cosas no se hacen, eres un gato malo, muy malo. Muchas veces me pregunto, ¿Qué travesuras
harás mientras no estoy en casa? ¿Qué cosas harás en las noches mientras yo
duermo? Tengo que confesar que eres el único ser viviente que me acompaña en mi
soledad. Tu bien sabes que eres el único ser que me recibe en la casa. Eres el único
ser que me ve por las mañanas, tardes y noches. Pero yo soy el único que sabe
que no estarás conmigo por mucho tiempo ¿Cuántos años viven los gatos? No lo sé.
A veces me gustaría que hablaras, que me dijeras algo. Yo soy el único que te cuenta
mis problemas y tú nunca me dices nada. Tratas de demostrar tu afecto con tus
maullidos y ronroneos que casi nunca entiendo. Me gustaría que fueras inmortal,
que te quedes en ese mismo tamaño que tienes ahora mismo, y que siempre te
quedes a mi lado. No te considero como mascota, tú eres el gato más importante
en vida. Si tuviera un deseo, sería el de no verte crecer jamás.
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